El efecto del arte en nuestro cerebro


Cuando nos enfrentamos a una producción artística nuestro cerebro trabaja para darle forma y sentido a la información que nos llega. Es decir, tenemos una habilidad innata para organizar formas y patrones de manera que consigan tener sentido.

Que el arte tiene un impacto profundo en las personas es innegable. Puede simplemente atraernos de manera superficial, pero también tiene un fuerte poder como estímulo para atraer algún recuerdo desde nuestra memoria a nuestro foco de conciencia. Las reacciones de cada uno son diferentes. Pueden llevarnos al pasado o a lugares muy remotos, pero su capacidad para producir un efecto en nosotros es incuestionable. Vamos a hablar sobre el efecto del arte en nuestro cerebro.

Nuestro cerebro es capaz de reconocer las formas de una pintura, sus líneas y sus sombras, de forma inmediata. Nuestros cerebros tratan de reconocer caras en casi todo lo que vemos. Esa tendencia se debe a que el cerebro está acostumbrado a buscar la familiaridad con los objetos a partir de patrones o formas, incluso cuando la información es incompleta.

Cuando nos enfrentamos a una producción artística, nuestro cerebro trabaja para darle forma y sentido a la información que nos llega. Es decir, tenemos una habilidad innata para organizar formas y patrones de manera que consigan tener sentido.

Independientemente de esta capacidad, ahora también sabemos que el efecto del arte en nuestro cerebro es similar al que tiene mirar a la persona amada: aumenta el flujo de sangre al cerebro hasta un 10%.

La química cerebral



En una serie de experimentos pioneros de mapeo cerebral, el profesor Semir Zeki, un neurobiólogo del University College de Londres, examinó los cerebros de los voluntarios mientras observaban 28 imágenes.

Descubrieron que la misma parte del cerebro que se excita cuando te enamoras de alguien se estimula cuando observas grandes obras de arte o imágenes de gran belleza. Ver el arte desencadena un aumento repentino de la sustancia química para sentirse bien, la dopamina, en la corteza orbitofrontal del cerebro, lo que produce sentimientos de placer intenso.

Se sabe que la dopamina y la corteza orbitofrontal están involucradas en el deseo y el afecto, que evocan sentimientos placenteros en el cerebro. Es un poderoso efecto a menudo asociado con el amor romántico y el consumo de drogas de uso recreativo.


(Fuente: La Mente es Maravillosa)

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