"Barrabás", la historia del diamante más grande encontrado en Venezuela



 
Su hallazgo dio origen a varias historias que nunca se pudieron corroborar: Se dice que un fragmento está en posesión de la reina de Inglaterra y otro fue para la actriz Elizabeth Taylor.


El geólogo venezolano Manuel Méndez Tepedino tenía 18 años de edad la mañana que le presentaron a "Barrabás". Se encontraba en El Callao, una población minera del sur del país, de camino a la Gran Sabana.

Nesin Benaim, considerado el decano de los geólogos del sur de Venezuela y amigo de su familia, tomó a "Manuelito" del brazo y le dijo: "Mirá muchacho, este es "Barrabás". Dale la mano. Conócelo, que es parte de la historia minera de este país".

A Manuel le pareció que la euforia de Benaim no se correspondía con el aspecto de aquel hombre con apodo bíblico. Miró a su padre, el académico Manuel Méndez Arocha, y este le hizo un ademán para que se acercara a saludar al hombre.

Ese día de 1988, "Barrabás" tenía poco más de 70 años, llevaba sombrero, una camisa casi transparente producto de los años de uso y alpargatas en los pies. Pero a pesar de los años, era un hombre fuerte, fibroso, alto (de casi dos metros) y con la piel curtida por las duras jornadas de la minería a cielo abierto.

"Barrabás" se tomó el último trago de la cerveza y se volteó a saludar a "Manuelito" (diminutivo para diferenciarlo de su padre) con una sonrisa cansada de repetir durante años la misma historia que, aunque lo hizo célebre, no llegó a sacarlo de la pobreza: él encontró el diamante más grande de Venezuela y uno de los más grandes del mundo.
 
El hombre mito
 
James Hudson conocido como "Barrabás", minero residenciado en El Callao, Edo Bolívar, fue quien descubrió el diamante más grande de Venezuela que llevó su nombre. Foto: Panorama.
 
Este hombre nació como James Hudson en 1917, aunque la mayoría prefería llamarlo Jaime, haciendo la traducción al español. Sin embargo, desde muy joven lo apodaron "Barrabás", como el personaje bíblico que fue salvado de la crucifixión el día que condenaron a Jesucristo, pero nadie sabe a ciencia cierta por qué recibió ese mote.

Sus padres emigraron de Trinidad y Tobago hacia Venezuela, buscando nuevos horizontes. Así llegaron a El Callao, una ciudad fundada a mediados del siglo XIX por venezolanos, africanos, antillanos, ingleses, españoles, brasileros y franceses atraídos por la fiebre del oro.

De esa confluencia de nacionalidades nació un idioma que solo se habla en El Callo y que se conoce como "patuá" (patois).


El gran diamante

La mañana del sábado 10 de octubre de 1942, "Barrabás" Hudson y su compañero de faena, conocido como "Indio" Soler, trabajaban en la mina "El Polaco", ubicada a orillas de la carretera que comunica a las poblaciones de Santa Elena de Uairén con Icabarú.

Según el relato de Américo Fernández, cronista del estado Bolívar, "Barrabás" halló el diamante, en una desviación del río Surukun, lavando el material (piedras) desechado por otros mineros. Otra versión recogida en el diario Panorama, cuenta que el minero se topó con el diamante en estado natural, hurgando en un hueco que se forma debajo de un árbol de guama.



De la selva a Caracas



Antigua sede del Banco Central de Venezuela, ubicada en la avenida Urdaneta de Caracas, año 1942. Foto: Foto Galería Web.

La piedra resultó ser de gran pureza. De inmediato, "Barrabás" Hudson se dio cuenta que sería asediado por estafadores de oficio. Animado por un abogado, que el cronista Fernández menciona como Matías Carrasco, el minero emprendió el viaje desde el estado Bolívar hasta Caracas, la capital, a más de 586 kilómetros de distancia.

La idea original de los hombres, era solicitar al Banco Central de Venezuela que resguardara el diamante hasta conocer el valor real. Así, los directivos del banco informaron al presidente Isaías Medina Angarita sobre la llegada del diamante y este insistió en ver la piedra y al minero que la encontró, según evoca el cronista Fernández.

James "Barrabás" Hudson visitó el palacio de gobierno de donde se cree que la piedra salió con el nombre de "diamante Libertador", aunque en todo el estado Bolívar la gente ya lo llamaba, como lo sigue haciendo, "el diamante Barrabás".


De Caracas a Nueva York


 
Casa de Joyería Harry Winston en Nueva York, EEUU. Foto: RT.

 
El encuentro entre el minero y el presidente no despertó tanto interés en la prensa local como el tamaño del diamante, por lo que la noticia fue replicada por agencias internacionales.

Casi de inmediato, la Casa Harry Winston, propiedad del joyero hijo de inmigrantes ucranianos emigrados a New York, gestionó su adquisición.

Una situación que aún resulta cotidiana en el mundo minero. El geólogo Manuel Méndez asegura que "en las minas quien más dinero gana es el comprador", y por más experiencia que un minero tenga con los diamantes, "nunca sabe, a ciencia cierta, cuánto cuesta una de esas piedras".

A boca de mina, por ejemplo, el oro se paga a un 20% de su valor comercial, mientras que por los diamantes se llega a un 5% e incluso un 1% de su precio real.

Luego de comprar el "diamante Barrabás", Winston encargó la transformación al experto gemólogo Adrian Grasselli, quien estudió la roca durante dos meses antes de tocarla para dividirla.

Se dice que un gemólogo tiene permitido un solo golpe para dividir un diamante, de allí que un movimiento equivocado de Grasselli habría arruinado instantáneamente el potencial de esa gran roca extraída del suelo venezolano.

Haz clic en el siguiente enlace para continuar leyendo de la historia del descubrimiento de este gran mineral venezolano.


Con información de RT.

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