Así eran las primeras cocinas espaciales



Durante las misiones espaciales, los astronautas tienen que comer, pero construir una cocina espacial no fue un reto nada fácil.

En 1960, la compañía Whirlpool Corporation firmó un contrato con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para diseñar y construir la primera cocina espacial experimental del mundo. Se trataba de un reto con mucha complejidad: la unidad integrada debía caber en un espacio cilíndrico de unos 3 metros de largo por 2,2 metros diámetro, ser extremadamente ligera y proveer de comida y bebida a tres astronautas durante una misión de 14 días.

En cuanto a electrodomésticos, debía incluir un refrigerador termoeléctrico en miniatura, un congelador, un horno con tres cavidades, un sistema de agua autocalentable, espacio de almacenaje, un dispensador para residuos secos y otro para húmedos. La cocina podía almacenar 126 comidas completas, además de aperitivos.


Y, además de los problemas de tener un espacio muy reducido, la cocina y los electrodomésticos debían soportar condiciones extremas de gravedad cero, de presión… los ingenieros no lo tenían nada fácil, pero fueron capaces de diseñar innovaciones para lograr el objetivo de alimentar a los astronautas que pisarían la Luna por primera vez.

Por ejemplo, diseñaron tubos que permitían a los astronautas americanos inyectar la comida directamente en su boca, puesto que los restos de comida podían dañar la tecnología de la nave. También desarrollaron dos tipos de productos que serían usados en la misión Apolo: comida rehidratable, que recupera sus propiedades originales al añadir agua, y alimentos sólidos en forma de cubitos, que se comían directamente desde el envoltorio.


(Fuente: Muy Interesante) 

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