NEP/ 19 de julio del 2018 - Por: Gimena Rojas Esté
Rúben Blades nació en Panamá el 16 de julio de 1948, creció en el barrio San Felipe en el seno de una típica familia humilde latinoamericana, de esas que luchan para salir adelante en países condenados al subdesarrollo por políticas neoliberales, naciones con la huella nefasta de dictaduras militares.
En ese contexto el joven Blades desarrolla su carrera profesional como abogado en la Universidad de Panamá, y atraído por la música explora su talento artístico en una banda de Rock and Roll, género que por cierto tiene su origen en los gritos de campo de los negros esclavos en Estados Unidos. Luego se conecta con la Salsa nacida en el Caribe y desde allí da a conocer la realidad de América Latina.
Cantar el dolor, el sufrimiento y la injusticia de su pueblo le atribuye a su música el calificativo de salsa intelectual en la década de los 80, amenizando con su canto rebelde innumerables luchas revolucionarias que se levantaban en Latinoamérica.
Sin duda, desde este momento Rubén Blades comienza a mezclar la popular salsa con la política, atreviéndose a denunciar en canciones como Tiburón la acechante amenaza intervencionista del imperio Yankee en América Latina. También delata el racismo en Ligia Elena y la lucha de los trabajadores con Pablo Pueblo, en fin, su música va cargada de un profundo llamado a la conciencia.
La música que era sólo un hobby, termina siendo un medio para ganarse la vida cuando decide irse a Miami en 1974 huyendo de la dictadura de Omar Torrijos.
Su vena crítica sigue latente, sólo que curiosamente ahora su enfoque está en los gobiernos latinoamericanos de izquierda. "Yo compongo cuando me molesta algo", dice el propio Blades. En sus recientes conciertos en España se le oyó pedir "una Nicaragua sin Ortega" y "una Venezuela que pronto tenga algo que celebrar".
En su blog, advierte: "Si no eliminamos pronto las conductas corruptas, la explosión social será inevitable y sus consecuencias podrían ser terribles".
Sin embargo, los pueblos que siguen bailando con su salsa poética esperan la misma dureza crítica al inhumano trato que sufren los inmigrantes que son separados de sus hijos al llegar a Estados Unidos.
América Latina también desea su pronunciamiento por los estragos económicos que sufre Argentina con el retorno del Fondo Monetario Internacional (FMI), y Brasil anhela un Blades que denuncie a la dictadura de Temer con tanta fuerza como su tema “Prohibido Olvidar”.
Todo suena a proselitismo, pues recientemente Blades ha insinuado que podría presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de Panamá en 2019. "La posibilidad continúa existiendo, pero no hay seguridad de que eso ocurra hasta que no se den las circunstancias requeridas", dice. No sería la primera vez: En 1994 se postuló con su partido Papá Egoró y quedó de tercero. Y de 2004 a 2009 fue ministro de Turismo.
En fin, por el poder expresivo y de conexión que tiene la música con los pueblos, no es nada nuevo que artistas se vinculen a la política, lo que si es cierto es que una cosa es cantar y otra muy distinta gobernar.
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